Con la victoria en la jornada 6 del Clausura 2020, Miguel “Piojo” Herrera llegó a una cifra que muy pocos entrenadores en los más de 100 años de grandeza del club ostentan; dirigir 200 partidos, no obstante y por si eso fuera poco, también alcanzó con el triunfo ante Atlas el triple dígito en victorias siendo el responsable del timonel del barco águila. Pero muchos se sorprenderían de recordar cómo fue que Herrera llego a Coapa hace ya casi nueve años.
Corría el segundo semestre del año 2011 y nuestro equipo iniciaba la década de una forma oscura, torneos flojos manchaban la historia del club, jugadores sin identidad sumados a una pésima dirección deportiva del entonces responsable Michel Bauer y uno de los peores torneos de la historia, nos enviaban al penúltimo lugar.
El americanismo estaba sumergido en una crisis, no solo de resultados, sino de identidad: el mítico estadio “Azteca” donde tantas glorias se habían escrito, lucía abandonado, el América, el poderoso, el histórico protagonista, se estaba convirtiendo en un equipo gris que arrastraba su historia y sin un presente digno de su grandeza.
Fue entonces, que desde arriba el jefe mayor dió la orden, se limpió la casa de manera profunda y con Ricardo Peláez ahora en la dirección llego el que entonces parecía ser una apuesta arriesgada; un entrenador de equipos chicos, con descensos en su haber, tachado de problemático y sin reflectores, pero ante el morbo de la prensa Miguel Herrera era presentado como director técnico de un equipo maltratado, distanciado de su afición y con la condición de que si, en seis meses no daba resultados, el mismo se haría a un lado.
Ni el aficionado más optimista hubiese apostado esa tarde por el que a la postre, se convertiría en alguien que renovó el americanismo y lo volvió a colocar en el peldaño que su historia exige.
El inicio fue lento, pero seguro, en su primer torneo Monterrey lo echaba en semifinales, seis meses después las Águilas caerían en Toluca, también en la antesala de la final, lo harían con la cara al sol en un partidazo que ya daba tintes de remontada histórica y nos regalaba algo de lo que vendría después en su tercer torneo, un inolvidable Clausura 2013, cuando logró superarse a sí mismo, consiguiendo lo que hasta poco tiempo antes parecía lejano; con un futbol vistoso, lúcido y ofensivo, “El Piojo” llegaba a su primera final, el rival: Cruz Azul.
Una noche histórica en el Estadio Azteca llena de sorpresas, gritos, alaridos y con un entrenador que con diez hombres supo reponerse y en quien muchos de nosotros nos vimos reflejados, festejando como tenia muchísimo tiempo no lo hacíamos, esa era la nueva cara del América, una hecha de otro material, que recobró su ADN, que se acostumbraría a ganar.
De su mano las Águilas se volaron alto en la liga donde únicamente un accidente en una final contra el mejor León de la historia lo privaría del bicampeonato y solo la selección nacional mexicana lo pudo separar del equipo donde él, su estilo y sus formas habían, sin saberlo creado un antes y un después en la historia del Club.
En 2017 volvería a casa, aclamado a gritos por una afición que lo extrañó en su centenario, con un equipo que parecía mucho más fuerte que el que recibió la primera vez, de nuevo a semifinales en su torneo de regreso, se convirtió en el amo de los clásicos, los odiados rivales no podían ganarle, repitió la dosis en 2018 y fue en diciembre de ese año, donde de nuevo, como si de una regresión se tratara, de nuevo contra Cruz Azul en el Azteca levantaría por segunda vez el título de Liga.
Más torneos y victorias se han sumado al palmarés de Herrera y al romance con América y su afición parece quedarle mucha cuerda por delante, la Copa MX y el Campeón de Campeones en 2019 revisten también de gloria los números que muy pocos en la historia han logrado Miguel pasó a la historia del club al llegar a cuatro título ganados, igualando la marca de Jorge Vieyra y Raúl Cárdenas, un sector lo aclama y compara lo hecho por Miguel con lo conseguido por Sir Alex Ferguson en el Manchester United, los títulos ahí están, pero la exigencia siempre está al máximo, todo está encaminado a que la historia dorada de nuestro “Piojo” continúe en esta década.
Lejanos y hasta extraño parece recordar esas temporadas de 15 puntos, donde el vestidor estaba roto y donde lo único que se esperaba era competir, tal como Ferguson lo hizo con el ManU, Miguel le dio al americanismo vida, identidad y sobre todo, lo acostumbro a ganar, sea cual sea la circunstancia, sea cual sea el rival, y ¿saben que es lo mejor? que esto no ha terminado… lo mejor de Miguel Herrera en América aún está por venir.
Marco Duarte