Hablar de José Antonio “el Gringo” Castro es recordar un desborde rápido, en una suma constante al ataque, es recordar a un importante elemento de un equipo sólido que logró incrustarse en las insignias de la historia, levantando títulos y sumando grandeza a los colores del Club América.
Es traer a la mente a un defensa férreo, que defendió los colores a muerte, es evocar a esa zaga que logró mantener durante 28 juegos de liga sin derrota, es recordar aquella tarde en el Coloso de Santa Úrsula, donde cayó el gol de oro ante Necaxa o esa final imponente ante los Tecos en el 2005.
Hablar del “Gringo” Castro es recordar varios centros que encontraron rematador y terminaron en gol, es ver a un guerrero que enfrentó sin miedo a los argentinos en una Copa del Mundo, es recordar a un personaje que demostró su amor al futbol en cada centímetro del campo y que tal y como pasa en la vida, demostró que no hay que dar por muerta ninguna pelota así sea el minuto 90 de un juego amistoso.