Tú hermano, hermano porque sientes como yo, porque te mojas bajo la misma lluvia mientras alentamos al azulcrema.
Tú hermano, tú que has sufrido igual que yo, que has mezclado esa misma lluvia con lágrimas de fracaso pero que también hemos tenido la dicha de convertirlas en lagrimas de alegría tras ver al equipo levantar la copa, a ti sea este pensamiento.
Y es que, ¿Qué van a entender los demás de este loco amor? si nunca han calzado a esos héroes de mil batallas mientras nos ponemos los tachos un domingo soleado por la mañana y colocamos las piedras de la portería a 5 pasos.
¿Qué van a entender? Si nunca han sacado magia del balón desgajado que nos regaló el abuelo mientras hacemos la cuauhteminha, la rabona del gol de Edu o el disparo poderoso de media vuelta estilo Garcia.
¿Qué van a entender? Si nunca han volado a la velocidad de la Luz mientras nos lanzamos para detener el disparo como Memo, qué van a saber si no han tenido que colocarse bien los guantes de frío mientras decidimos si ir o no ir a meter el del triunfo a la otra portería como Moi
Hermano, tú que has tenido que renunciar a tantas cosas para vaciar tus ahorros e ir a presenciar al Azteca a las leyendas, sacrificio que va más allá del económico, que se convierten en kilómetros de distancia, en distancia en ocasiones de mamá, de los hermanos y amigos, y es que: